Estate tranquilo,
no desesperes,
sigue el camino
y no caigas en la tentación.
Anda.
Camina.
Sigue adelante
pero despacio,
no tengas prisa.
Miralo, ahí esta,
¿lo ves?
Camina,
no pasa nada
yo estoy aquí.
Respira:
uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis,
siete, ocho,
nueve,
diez;
respira.
¿Tienes miedo?
Lo sé, yo lo se todo
y más te vale caminar despacio.
Tranquilo
no te va a pasar nada
pero no mires atrás,
solo camina
y no te vuelvas,
tranquilo.
¡Corre!
lunes, 28 de diciembre de 2015
miércoles, 23 de diciembre de 2015
Reflexión IX - asesina
quiero verte
mirarte
pensarte
abrazarte
comerte
gozarte
y amarte
quiero bailar contigo
y que sueñes conmigo
a ti
te quiero
pero no puedo
porque hieres
quemas
golpeas
cortas
destrozas
y matas
dejándome muerto
asesinado por tu maldita sonrisa perfecta
mirarte
pensarte
abrazarte
comerte
gozarte
y amarte
quiero bailar contigo
y que sueñes conmigo
a ti
te quiero
pero no puedo
porque hieres
quemas
golpeas
cortas
destrozas
y matas
dejándome muerto
asesinado por tu maldita sonrisa perfecta
lunes, 14 de diciembre de 2015
Reflexión VIII - Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
Elecciones, sufragio
universal, escaños... ¿Qué es todo esto? Menos de una semana para las elecciones y los
números bailan, las encuestas hablan, los partidos luchan y los candidatos
sudan. Pero, ¿esto qué es? ¿Qué tengo que hacer yo? No lo sé. Los
datos me abruman, los números me lían y el paro sube y baja por momentos.
¿Y de lo mío qué? Acaso no soy
yo el que voto. Solo veo a esos extraterrestres discutir, echándose en cara
cosas y jugando a un y tú más. Entonces, ¿a quién tengo que votar? Siento que
ni esos son los buenos ni tampoco son los malos, simplemente son políticos. Y
pobrecitos, la mayoría no es capaz de comprender el mundo que le rodea.
Pero haciendo un esfuerzo y
tratando de sacar el lado positivo de las cosas quiero lanzar un mensaje de
esperanza: puedo votar. Si, puedo elegir, de hecho todos podemos elegir. Y como
dijo el tío Ben: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Todos tenemos
el poder pero quizás no nos damos cuenta de que también tenemos la
responsabilidad. Somos responsables de lo que votamos y a quien votamos.
No vengo a tratar de
convencerte de a quien tienes que votar pero si a que reflexiones. Reflexiona
porque votas a quien votas o porque no votas. Lee, infórmate y pregúntate a ti
mismo ¿esto es lo que quiero para mí? No te preocupes si tienes duda, eso es
bueno, esos es que lo estás haciendo bien pero como en la vida no todo puede
ser bueno así que voy a pedirte otra cosa.
Desconfía, no te creas todo lo
que te digan. Los partidos políticos son como tigres tratando de cazar a su
presa, todo lo que te digan va a ser bueno porque si no estarían perdiendo
votos. No dejes que lo que te entre por un oído entre en tu cerebro sin más. Imprégnate
de todas las informaciones que puedas, escucha la radio, lee prensa, mira la
televisión pero no solo de los que piensen como tú sino también los que piensen
diferente a ti.
Cuatro años son muy largos. En
cuatro años te sacas una carrera. En cuatro años naces, aprendes a andar, a
hablar y empiezas a ir al colegio. En cuatro años puedes enamorarte y
desenamorarte de la misma persona. En cuatro años puedes dar un par de vueltas
al mundo, correr varias maratones y descubrirte a ti mismo. En cuatro años te
puede cambiar la vida tanto para lo bueno como para lo malo, porque cuatro años
son muy largos.
jueves, 10 de diciembre de 2015
Reflexión VII - No me abandones
No puedo pedirte que te quedes
no puedo decirte que no te vayas
no puedo obligarte a que hables conmigo
no puedo hablarte de nosotros
no puedo acusarte de traición
no puedo enfadarme contigo
ni puedo culparte
pero si puedo pedirte que no me abandones
aunque me dejes tirado
aunque parezca que no tengo esperanza
aunque este destrozado
estas en pleno derecho
marchate
pero no me abandones
no dejes que lo que un día nos unió
vague en las dunas del olvido
hasta que nunca más podamos recordarlo
no me abandones
porque algún día
fuimos algo
ni bueno ni malo
simplemente algo
no me abandones
aunque nos volvamos a cruzar
y no nos hablemos
ni nos miremos
convirtiéndonos en desconocidos
no me abandones
porque algún día
miraras a atrás
y estaré allí
siendo lo que fuimos.
no puedo decirte que no te vayas
no puedo obligarte a que hables conmigo
no puedo hablarte de nosotros
no puedo acusarte de traición
no puedo enfadarme contigo
ni puedo culparte
pero si puedo pedirte que no me abandones
aunque me dejes tirado
aunque parezca que no tengo esperanza
aunque este destrozado
estas en pleno derecho
marchate
pero no me abandones
no dejes que lo que un día nos unió
vague en las dunas del olvido
hasta que nunca más podamos recordarlo
no me abandones
porque algún día
fuimos algo
ni bueno ni malo
simplemente algo
no me abandones
aunque nos volvamos a cruzar
y no nos hablemos
ni nos miremos
convirtiéndonos en desconocidos
no me abandones
porque algún día
miraras a atrás
y estaré allí
siendo lo que fuimos.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Reflexión VI - Autocomplaciencia
"¡Fracasado!" me gritaba al golpearme, "¡fracasado,
fracasado!"; y golpe tras golpe me lo repetía dándome a entender a través
de sus nudillos que aquellas palabras debían retumbar en mi conciencia. Y así lo
hicieron, penetraron por los folículos de mi piel, impregnándose a través de la
sangre en mis células, como un virus pero peor, porque no mataba.
De este modo descubrí que mi idealismo estaba obsoleto, que solo quedaba
esperar el golpe. No sabía cómo enfrentarme a él, si acogerle con los brazos
abiertos o adoptar una postura defensiva tratando de paliar sus efectos. Estaba
ahí, inquieto, asustado, mirándome a los ojos como tratándome de decir que no
quería hacerlo pero que no le quedaba otra. Nos quedamos cara a cara, esperando
el momento sin apreciar como pasaba el tiempo.
Recordé aquellas palabras que aun retumbaban en mi interior, aquellas que se
habían apoderado de mí a la fuerza: "¡fracasado!", fue entonces
cuando él actuó. Perdió aquel gesto de inquietud y miedo que se había convertido
en familiar, y acercándose a mí se transformó en algo violento, desgarrado,
quebrado, que no soy capaz de explicar con claridad pero que me asustaba. Mi reacción
fue ninguna, quedarme inmóvil. Entonces se acercó para golpearme y paso de mí.
Un vacío recorrió mis venas, sustituyendo aquellas palabras que años atrás
se habían impregnado en mi cuerpo. Cayeron en el olvido y ahora me encontraba
hueco, sin saber ni cómo ni a dónde tenía que dirigirme. Estaba esperando a que el golpe me lo dijera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)